jueves, 16 de mayo de 2013


EL ETÉREO SIGNIFICADO DE LA IDENTIDAD
Día tras día, ya sea en mi pueblo natal o en esa Valencia surcada por la tímida brisa del mediterráneo, me despierto ante la realidad con las mismas ansias de conocimiento. Pero la realidad, esa oscura y angustiada forma de presentarse la verdad ante nuestros ojos, me abruma a cada segundo mi ser, y esa sed de conocimiento se convierte en desesperación ante un Todo que se dilata con cada ínfimo avance de mi intelecto. Arduo camino es el de la sabiduría, aunque dulces, gratísimos sus frutos casi místicos. Nada existe equiparable a un descubrimiento intelectual. Nada tan intrincado, tan esquivo, como un descubrimiento intelectual.
Lo nuevo, la idea renovadora, eso que yace envuelto en no sé qué velo oscuro dentro de nuestro ser, es lo más bello a que puede aspirar nuestra alma. Más que a la alegría, más que al amor, más que al sexo. Porque el conocimiento es la vida, y la vida no es nada porque lo es todo. Su ser no admite dicción. La vida se enuncia, se deletrea cada grafía de que está compuesta; v-i-d-a. Pero no se diga que “es”. La vida. La vida. Quizás lo único que tenemos, ¡y qué grandioso, qué inabarcable, qué infinita sucesión de azares!
La vida, y su historia que la posibilita. La historia de la vida. ¿Es la vida sólo un ahora? ¿No forma parte también de ella el asesinato de Julio César, las bombas de Japón o el postrero aliento que hemos expulsado? ¿No incluiríamos también estas palabras? ¿Nos dejaríamos, osados de nosotros, los pensamientos sobre estas palabras? Pero entonces, ¿qué es lo que queda? Qué hay detrás del asesinato de Julio César, del postrero aliento, de estas palabras y de sus correspondientes pensamientos? ¿Estoy yo detrás? Pero, ¿no estoy escribiendo yo estas palabras? Entonces, ¿quién soy yo, estas palabras, sus pensamientos, u otro ente extraño y mezquino? Si soy esto último, ¡qué oscuro, cómo me escondo de mí mismo! Si soy estas palabras, ¡cuánto más oscuro, que sólo me desvelo en esporádicos arrebatos poéticos!
Parece que detrás de cada hito, de cada palabra, de cada sección indecible del tiempo, pervive silencioso y aterrador un “yo”. Un yo que presiento pero que no llego a sentir, porque se me antoja trágico, vil. ¿Quién serás tú? Si, tú, ese “yo” escondido de mis avatares por la historia. Porque mi cuerpo crece, se mueve, se desplaza imparable por el espacio y “es” inefable por el tiempo. Mis ideales parecen sólidos, pero son de un cristal falso que sin duda puede romperse. ¿Qué pretencioso sentimiento me lleva a afirmar un yo esencial? ¿Quién soy yo, si me muevo imparable? ¿Quién es Pere, si en mi profunda mocedad era un amasijo de células totalmente distinto al de ahora, si los ideales de entonces (en el caso de tenerlos) eran radicalmente opuestos a los de ahora? ¿Quién ha sido el vanidoso hado que ha creado un Pere sustancioso, una realidad inamovible y que no cambiará hasta que muera, como mínimo? Pere, Pere, Yo, Yo. ¿Quién soy yo? ¿El de ahora, el de antes, el de después? El de ahora se escapa, el de antes ya fue, el de después aún no ha sido… ¡Oh Yo Supremo! Revélate. Libra de este sufrimiento a quien te hace eterna sombra. Muestra tu dorado ser a quien te busca, sinceramente, cada segundo de su existencia.

2 comentarios:

  1. Poques coses més interessants que l'anàlisi d'un mateix. Està ben invertit el temps en els què ens preguntem sobre nosaltres mateixos, ens explorem i intentem trobar explicació al que fem i a les nostres motivacions.
    Clar que el teu anàlisi és més filosòfic, i jo practique aquesta exploració del jo de forma més psicològica. Les teues paraules me se queden massa grans amic! :D

    David

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En absolut, no li queden grans a ningú. Jo crec que tot el món, en certa mesura, es pregunta per fins a quin punt es pot parlar o no d'una identitat personal. De totes formes aquest escrit és prou (tal volta massa) poètic. Però la idea principal crec que és clara i no té misteris per a ningú, i menys per a persones reflexives com tu.

      Eliminar